Seguirle el rastro al yaguareté, el “rey” de la Selva Misionera -que la gente del lugar insiste en llamar tigre-, no es sencillo. Según estudios realizados por investigadores del CONICET, la provincia de Misiones, sólo cuenta con alrededor de 50 ejemplares adultos.
La conservación de la selva es una cuestión de vida o muerte para los Yaguaretés que, debido a su fuerte carácter territorial y su gran tamaño, necesita de grandes extensiones de naturaleza virgen para alimentarse y reproducirse; y la fragmentación y deterioro que sufre su ecosistema en las provincias en que habita, es una de las principales causas que hacen que esta especie esté al borde de la extinción.
Como resultado de la desaparición de grandes áreas de naturaleza virgen, el encuentro de este esquivo felino en la espesura de la selva es cada vez más extraña, podemos decir que es casi imposible hoy en día encontrar a estos animales y aquellos que han logrado verlo por esas cosas del destino la vida les a dado un regalo impagable.
En Misiones solo encuentra “refugio” en el Parque Nacional Iguazú, – y sus inmediaciones-, el Parque Provincial Urugua-í en el norte, hasta los valles del Cuñá Pirú y la reserva de Biósfera Yabotí en el centro de la provincia. Así, las pocas regiones que conservan la selva en buen estado se convierten en verdaderos santuarios naturales.
Este gran felino, venerado por las culturas precolombinas de América, sufrió –paradójicamente- el constante “asecho” del hombre a lo largo de los últimos dos siglos de la historia Americana. De su territorio original, que comprendía desde el sudoeste de Estados Unidos hasta la orilla del Rio Negro en la Patagonia, sólo quedan manchones de selva desperdigada desde México hasta el norte de nuestro país!
Arrinconado en las yungas de Salta y Jujuy, una porción de Chaco y en la selva misionera, la población original de yaguaretés de Argentina disminuyó en más de un 85 %, y se estima que en la actualidad, sólo unos 200 ejemplares encuentran refugio en estas áreas boscosas del norte del país.
Son varias las razones por las que está al borde de la extinción. A principios del siglo XIX, fue cazado indiscriminadamente por su piel -muy cotizada en los mercados internacionales-, y : se estima que en esa época, más de 2.000 cueros de yaguaretés salían por año, desde el puerto de Buenos Aires hacia Europa.
En la actualidad, la mayor amenaza para este animal es la rápida destrucción, degradación y fragmentación de su hábitat. La selva misionera cuenta con menos del 20 % de su superficie original. El resto sufre la constante deforestación, la explotación agrícola-ganadera, la instalación de grandes represas hidroeléctricas y la proliferación de carreteras, que reducen -cada vez más- las extensas áreas naturales que el felino requiere para encontrar el sustento necesario para alimentarse, procrearse y, así perpetuar su especie.
Esta reducción y “fragmentación” de su hábitat original, por un lado, hace que sólo queden algunas pequeñas “comunidades” de yaguaretés, que viven muy separadas unas de otras y sin vías de conexión entre las distintas zonas territoriales, y por lo tanto se procrean entre ejemplares de la misma “familia”, lo que provoca la endogamia, es decir el desgaste genético de sus poblaciones.
La fragmentación” de la selva, afecta también la cadena alimenticia de estos animales, que al no encontrar las presas naturales que forman su dieta, buscan otras opciones. Entonces atacan a los animales domésticos de las granjas aledañas a los parques y reservas naturales; y se convierte en un temido rival para los pequeños granjeros – en muchos casos, familias muy pobres y con bajo nivel de educación-, que ante la presencia de un felino no dudan en jalar del gatillo.
Mientras tanto, fue declarado monumento Nacional y Provincial en Misiones en 1988, y Monumento Nacional Natural en Argentina en el año 2001, lo cierto es que cada vez hay menos yaguaretés, esto porque más allá de las leyes, en la práctica no hay un plan eficaz de protección de la especie para apaliar la matanza y la destrucción de su hábitat.
Siendo el felino más grande de América, los Yaguaretés son ejemplares que miden unos dos metros de largo y fácilmente superan los 100 kilos. Su fuerte territorialidad hace que un macho adulto necesite más de 200 km2 de superficie; y en su espacio tolera, únicamente, la presencia de dos o tres hembras, pero no de otros machos.
Para vivir prefiere ambientes selváticos en buen estado de conservación, en especial cerca de ríos y pantanos. Su gran habilidad como nadador y caminante incansable es otra de las características que hace que requiera de extensos espacios de selva.
Sin duda, el deterioro de la naturaleza –por la mano del hombre- desencadena una serie de factores que aceleran vertiginosamente la disminución de sus poblaciones.
De este modo, el depredador más importante de la selva, se bate en retirada; en silencio y a escondidas. Por eso, encontrarlo no es tarea sencilla, y los ejemplares que quedan están resignados a subsistir en estas pequeñas porciones de selva donde se “refugia”; misterioso y solitario, dejando sólo la estampa de sus huellas.
Foto: Staffan Widstrand / WWF
Consultas: conservacion@yacutinga.com